NO ES TIEMPO DE BLOG

sábado, 10 de julio de 2010



Sol.
Sale y le cuesta huir.

Hasta madruga.

Y le aplauden por ello árboles y plantas,

engalanándose con coloridas y aromáticas flores.

Paseos.

Mar.
Pierde su turbio marrón tras pasadas tormentas.

Verde caribeño en el Cantábrico,

empujando hasta los 20 su termómetro particular.

Baños de ola.

Tertulias.

En amenas terrazas, amigos y vecinos,

se cuentan lo acumulado durante el largo invierno.
Charlas y anécdotas, de historia
s locales,
comentadas en un foro que no es este B
log,
que sabiamente cierra sus entradas hasta setiembre.

Contactos.



Semeya recoyía en Caborian


TWO PRESENTATION

lunes, 5 de julio de 2010


Va a producirse una nueva presentación literaria. No hay una sin dos, al menos en nuestro pueblo. En otro, sería identificado el hecho como manifestación de la envidia vecinal. Pero, no. Qué va. Aquí no. Esta vez será en una carpa instalada en la campera de la Iglesia de Sinariego. El libro lo escribió Tate Sutil ( o tate como quieras, allá tu ) y va sobre el sorpresivo accidente que produjo el derrumbe del antiguo Puente de Melendreros. Os lo resumo precipitadamente:





… hace años, muchos años, hacia el mediodía, el mejor de los puentes que tenía Caborana, de robusta fábrica mampuesta, del que no había forastero que no pasase a admirarlo, se quebró, precipitándose de sopetón sobre el crecido rio, llevando consigo a la muerte y desaparicón a cinco transeúntes locales.

Conocido el accidente, no hubo caboranense que no se santiguara al pasar ante sus restos y que calculara in mente la última vez que lo había atravesado, produciéndose en la localidad una especie de alucinamiento colectivo.

Hubo oficios fúnebres durante todos los días del mes en la Capilla de los Frailes. Y la catástrofe fue considerada en la prensa internacional como un Acts of God ( acto no evitable por la previsión humana, e ineluctable y, por lo tanto, divino o de Dios )

Pero si todos estaban y se quedaron profundamente impresionados, solamente una persona fue un poco, o un mucho, mas allá. Por una serie de coincidencias que no vienen al caso pero que maneja el azar, el Padre Agripino había salido de Bustiello hacia Caborana, pero se le ocurrió subir antes a Pena Castro. Descendiendo hacia el Primeru de Melendreros, desbordante de alegría, con la mirada recorriendo el entorno que se le presentaba en un verde 3D, de pronto, oye un gran estallido vibrante que lo paraliza y le fija la vista, como una secuencia cinematográfica, en el puente que en aquel momento se dividía en dos pedazos y se derrumbaba vertiginosamente sobre el cauce.

Inicialmente pensó: ¡Sumadre!, diez minutos mas tarde y yo también hubiera perecío, ¡Santudiós!.
Después de dar gracias al Señor por la deferencia hacia su persona, se interrogó: ¿Por qué habrá pasao precisamente cuando taben enriba eses cinco persones y no otres?. ¿Por qué?

El universo obedece a un plan determinado y la vida humana se sujeta a esa norma, razonó incontrolada y sacrilégicamente. Y decidió investigar la vida oculta de las cinco personas fenecidas en el accidente a fin de identificar la razón de su supuesta mala suerte.

El Padre Agripino resolvió que había llegado la hora de que su teología ocupase el lugar de la ingeniería en la investigación y el estudio de las causas del siniestro, ya que, estaba decidido, era un acto de Dios, recordar.

Los seis años de investigación, que le llevaron a redactar un documento ordenado por capítulos con los nombres de las víctimas, constituyen el contenido del libro. En la historia personal de cada uno de aquellos vecinos estaba la raíz del siniestro. Por La Petchuna, nombre con doble acepción por ser originaria de Petchuno y tener unas tetas mayores que la estanquera de Amarcord, comienza el libro, dándose la curiosa paradoja de que era Agripino, sin hábito, el que, en la cocina del Colegio, le sofocaba los picores mamarios con suaves y acertadas friegas a teta descubierta, con hábiles ambas manos. Pero, no os cuento mas. No. El resto de las historias las leéis en el libro. Os adelanto que son una gozada. Y una verdadera historia de Caborana.

Como siempre, Chemari, en la Librería Ojanguren de Oviedo, está presto para anotar las peticiones y reservas respectivas, como en las publicaciones anteriores.