......Continuación
El correor y sus fans
El Garatu
El ciclista y los guajes
Con gran tranquilidad y familiaridad, ya que había sido Alférez en las milicias universitarias y ostentaba la Jefatura de la Banda de la Cruz Roja Local ( una estrella es mas que cualquier galón, pensaba ), se dirige al guardia que tenía los galones de sargento el médico de Caborana.
- - Oiga, mire, Sargento, es que,..
Un irritado Sargento, como si le hubiera picado de forma sorpresiva alguna especie rara de insecto trompetero tropical, dando un salto de la silla, bocifera gritando:
- - ¡Firmeeeee!, cohones. ¡Que oztias va a zer ezto!
Nuestro médico pone en marcha un gesto como queriendo dar a entender por medio de la expresión mímica la existencia de una mal entendido. Sin decir palabra.
- - ¡Quietoooo!. ¡No ze mueva!, le coloca el Sargento para evitar cualquier movimiento, que por incontrolado, pudiera finalizar en peligroso
- - Y,…¡¡¡¡¡Mi Sargento!!!!!. Comience por,... Mi Sargento
A pesar del cierto acojone que generaba la situación, en un cuarto en semipenumbra, ante una Benemérita nerviosa y desquiciada, en un desconocido y helado Cuartel de la Guardia Civil, con la mirada del Caudillo que desde el cuadro de enfrente no le quitaba su ojo inquisidor, a pesar de todo eso, nuestro médico, conocedor del percal en cuestión, no se amedrentó.
- - Mire, es que yo soy médico de Caborana
La profesión ya se la había indicado el Guardia Ramirez, y no era novedosa para él. Suponía el Sargento que todo formaba parte de una broma que no estaba dispuesto a soportar. Menos, que un indocumentado le tomara a chirigota. Le daría un escarmiento, para ejemplarizar.
Empezaron a aparecerle por la frente las primeras gélidas gotas de sudor y, conteniendo el ímpetu interior que le empujaba a darle directamente dos ostias, tocando superficialmente el arma corta que le colgaba del cinturón como para afianzar que se encontraba en un acto de servicio, pidiendo mentalmente ayuda a DiosNuestroSeñor para proceder justamente, levantando aún mas el tono, se arranca:
- - ¡Cohones!.¿ Eztá uzté zordo?. Le repito por úrtima vez que la próxima ocasión que se tenga que dirigir a mi comiense inexcusablemente con Mi Sargento.¿Entendío?….¡¡¡Miii Sargeeentooo!!!
Dando un poco rienda suelta a sus instintos mas primitivos, continuó al mas puro estilo Picurri, el Jefe de Puesto del Cuartel:
- - O si no, le meto una patá en los güevos que sube y baja y cuando regrese a tierra ya habrá amanesío.
Tomando aire y expulsándolo lentamente, enviando con cada espiración una orden mental interior de relajación, manteniendo aparentemente la calma, como en actitud de súplica, nuestro médico vuelve a proferir palabras.
Sin darle tiempo a pronunciar la siguiente sílaba con la que comenzaba la próxima palabra de la exposición se arranca el Sargento dándole órdenes al Guardia , allí presente.
- - Por favor, Guardia Ramírez , póngale inmediatamente las esposas a ezte cretino, diríjale ar calabozo que, luego que acabemo con el interrogatorio del resto de los gamberros reteníos, ya pasaremo por allí a suavisarle. Y quítele la chaqueta, que ella no tiene la culpa de su conducta.
Mientras tanto, dos colegas de la hazaña ciclista, que habían participado en la ascensión nocturna, el Porry y el Chupao, que se habían escapado del desaguisado en los primeros momentos tirándose por una ventana del Cuartel a la güerta mas próxima, habían llegado a todo correr hasta Caborana, a la Cafetería de la Xana, donde esperaban ansiosos los expectantes vecinos que querían conocer el nombre del ganador del evento deportivo. Comentaron la situación en la que habían dejado a sus amigos participantes en la carrera ciclista en Boo para encontrar entre todos una solución que diera como resultado la puesta en marcha de una cruzada de rescate en toda regla.
Entre los allí presentes no había ninguna personalidad relevante que pudiera enterceder por los retenidos ante la autoridad militar. Y, para qué presumir, tampoco existía, en aquellos momentos, en todo el pueblo. Pero siempre tuvimos al ocurrente que sin quererlo aporta la solución definitiva.
- - Joder, vamos a buscar a Donfrancisco. Subimos al cura a Boo y aclárense toes les coses
- - A estes hores el cura ta fritu. Métese na cama cuando les pites. Nun mos faldrá ni putu casu
- - Ye una urgencia. Además, el médicu ye amigu suyu
- - Cuidao, quel cura ye la ostia. A ver si ye peor el remediu que la enfermedá.
Les costó despertar al cura, les costó mas que entendiera cuál era la situación planteada y qué era lo que se le reclamaba en aquella grave circunstancia, y constituyó un auténtico milagro que se dispusiera, a aquellas intempestivas horas de la noche, a acompañarlos hasta Boo.
Sin tiempo para ponerse la sotana, poniendo unos pantalones y una chaquetona sobre el pijama de algodón a rayas que utilizaba para dormir, parten a toda prisa toda la comitiva a la difícil y heroica misión de sacar de entre las manos del Sargento a todos los vecinos de Caborana retenidos en el Cuartel de la Guarduia Civil de Boo
Ciclistas infantiles y sus....gruppies
Roberto Morales, correor cántabru, ganaor nuna Caborana-Boo, con unos guajes del Segundu Riba
Chando una mano
Vecinos de Caborana agüeyando a un italianizau Tarangu Vecín de Caborana, venceor del Campeonatu de Ciclismu Militar, con una bici emprestá por Suarez-Cuevas, entós correor del equipu Novostil de Valladiolid
¿ Qué fará el Sargento ante l´autoridá religiosa?
¡¡Hay qu´esperar a la prósima entrega !!
Continuará