Si que soy conocedor de un Estudio que realizó, y que llegó a publicarse, acerca de lo que para él era una paradoja irresoluble entorno a una de las piezas musicales a las que alude Cefe en su Comentario. Concretamente, a la Rumba del Terceru. Ochenta y tantas páginas llenas de tecnicismo, profundos razonamientos, anexos documentales, gráficos interactivos, referencias bibliográficas, anotaciones marginales y planos topográficos, que no llegan a alumbrar la ofuscación mental del autor. Ni la nuestra, si en ella hubiéramos caído.
Dicha paradoja – suya – surge de los datos aportados por Cefe. La pieza original, la Rumba del Terceru, apareció en la casa de Daniel y de Ruperta. Es decir, en el Quintu. Y, cómo es que, habiéndose localizado su origen en el Quintu, la canción se conoce popularmente con la Rumba del Terceru, ¿ehhh?. Parece una pijada, pero, Terceru-Quintu, puesta la controversia esa en manos de una mente intelectualmente privilegiada puede dar hasta para un Estudio publicable. Luego, os explicaré aquello que no tenía nada de paradójico.
Quienes hayan llegado hasta aquí leyendo se preguntarán qué y en qué consiste eso de la Rumba. Yo entiendo por tal un ritmo bailable, similar a la polca, si cabe, para darle mas gracia, un tanto mas asincopado. Pero, tranquilizaros, sin parentesco reconocido con el ritmo caribeño del mismo nombre. La estructura de la canción, según la versión por mi conocida, consta de una introducción, una exposición a modo de propuesta musical, un desarrollo alternativo – carretera, cuarteles, colomines - y una coda final, que se puede simplificar en lAlAlBlAlAlBlBlAlBlBl. Tonos, armonías y alteraciones puntuales, no están en el foro apropiado para ser analizados.
Gapito, la tocaba muy bien ( la gaita, ¡cojona!, muyeres ) . Pero no fue eso lo mas relevante. Como ya se comentó, los originales de la pieza aparecieron en casa de Daniel y Ruperta. Y, lógicamente, fue el entorno familiar el que primero entró en contacto con la partitura. Carito, uno de los hijos de la pareja, tocaba el acordeón y de su instrumento salieron los primeros acordes de la nueva canción. Con Gapito, la tocaban a duo (la pieza, muyeres, la pieza, ¡malpensaes!), resultando sobrecogedores los denominados duelos a gaita y acordeón teniendo como base armónica y tonal a la Rumba del Terceru.
En esas actuaciones duales siempre se quedaba con mal sabor de boca y se cuestionaba, joder, ¡deputamadre!, pero,... si hubiera un terceru. Un terceru. Un chiquilín, un percusionista, intuyo yo que demandaba, como azucar el frisuelu, aquel ritmo infernal. Un terceru. Un terceru. Pero, un terceru,... para qué. Para la Rumba. Desde entonces Rumba y terceru resultaron términos inseparables, y decir rumba originaba la representación mental automática del terceru, de tal suerte que sin Estudio pormenorizado al efecto, el pueblo, sabio, llamó a su rumba con el calificativo del que faltaba, del que se echaba de menos, del terceru en discordia, quedando para la historia como la famosa Rumba del Terceru, paradojas y pajas intelectuales acerca de la controvertida ubicación greográfica al margen.