Este pasado fin de semana pasé por Madrid. Digamos que me acercaron allí asuntos profesionales. Con la tarde del sábado libre, me dispuse a ocuparla ayudándome de la Guía del Ocio de la capital: Ajoblanco, la Revista. Centro Cultural Conde Duque.
A J O B L A N C O
lunes, 30 de junio de 2014Este pasado fin de semana pasé por Madrid. Digamos que me acercaron allí asuntos profesionales. Con la tarde del sábado libre, me dispuse a ocuparla ayudándome de la Guía del Ocio de la capital: Ajoblanco, la Revista. Centro Cultural Conde Duque.
Siguiendo la canción del Sabina: … Tirso de Molina, Sol, Gran
Vía, Tribunal,… me acerqué hasta la Plaza España. Accedí a la calle Conde Duque
desde Princesa, pasando por una serie de arboladas plataformas escalonadas,
plenas de apetecibles terrazas de hostelería. Calle arriba, tiendas, bares,
apenas vehículos, confundían la embarullada imagen de la ciudad. Enfrente del
acceso al Palacio, una pequeña plaza peatonal estaba llena de juventud, sus
motos y sus bicicletas, interrumpiendo el libre paso peatonal.
Entré en el Palacio. Apretaba el calor en el amplio patio
central, sin una sola sombra por la que circular, por lo que me dirigí
directamente a la puerta V, donde se ubicaba la exposición, sin pararme ni un
segundo a apreciar la arquitectura del recinto.
Revistas, escritos originales, ampliaciones, rotulaciones,
dibujos y libros relacionados con la publicación. Y tres documentales
cinematográficos, dos con historias relacionadas con el movimiento contracultural
del momento y otra de entrevistas actuales que recordaban y reconstruían, con
aportaciones subjetivas, los tiempos de
la edición. Sentí que me cuestionaba a mí, el Diego Manrique, intercalándome en
la pantalla, entre las opiniones cualificadas del video. Y contesté.
-
¿Cómo
recuerdas aquellos momentos?
-
Para
mí, todo tuvo su origen en la Sala Villarroel, tras las sesiones de cine fórum del
fin de semana. Marchas largas, charlas interminables, paseos, discusiones,
copas, hasta la amanecida. Ahí entré en contacto con ese movimiento cultural.
-
Y,
¿lo materializaste de alguna manera, quiero decir, aparte de alguna publicación
seudónima en el Ajo?
-
Sí,
claro. Debo hacer referencia al Caleyeru, publicación escrita de carácter
anónimo, contracultural, aparecida en Caborana. Y a la radio libre, ubicada en
Collanzo, Radio Malvís
-
Desconocidas
para nosotros. De corta vida, supongo
-
La
publicación escrita, distribuida por los chigres de Caborana, se acabó cuando
desde el Ministerio de Cultura se mostró un preocupante interés por la
identidad de los autores y surgió el acojone entre alguno de ellos. La radio
murió por la falta de compromiso con las obligaciones del mantenimiento de la
programación
Pero lo más emocionante estaba por llegar. Entre las
publicaciones expuestas vi el contrapregón de las fiestas de Caborana, que se
publicó, con un seudónimo inventado, en un monográfico de la Revista sobre las
fiestas populares. No necesité leerlo. Podría repetirlo a modo de Club de la Comedia.
No había nadie más en la exposición. Estaba solo. No pude
contarle a ninguno lo que me apetecía en aquel momento: ¡Yo colaboré en esta
publicación!.
De todas formas, salí muy contento del Conde Duque. Flotando.
Directamente a una de las terrazas de la plaza exterior a refrescar la garganta
con la, mas que nunca, necesaria primera caña que me fijara a la realidad.
Publicado por Un exiliado en 19:44 0 comentarios
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