El itinerario a seguir lo habíamos encontrado, casualmente, unos meses antes, en unos manuales que hay en una de las alas del semisótano izquierdo del Louvre, dedicadas a la cultura romana, que gustosamente nos pasó a máquina una uniformada y estilosa empleada del Museo y que os debo reproducir, para que os quedeis solo con lo subrayado en amarillo:
Franqueada Vignola, comenzamos lo que nos recordaba a todos la subida al Padrún. Curva y contracurva. Bandazos, para hacer kilómetros a poca velocidad, que alargaban la incómoda estancia en el automóvil. Fuimos cogiendo altura a la vez que perdíamos contacto con asentamientos poblacionales relevantes, bajo un sol de justicia. Solo alguna vivienda aislada, aquí y allá. Además, la carretera ya hacía un tiempo que había dejado hasta de tener rayas de señalización en el pavimento. La verdad, que para qué, si los únicos viajeros por aquella infernal ruta éramos nosotros.
Tras una pequeña parada técnica, reiniciamos la marcha. Mas curvas. Mas subida. ¡Putos Apeninos!
Cuando la situación llegaba a ser insostenible y ya habíamos hecho mas kilómetros que Pepe´l Hijoputa, se prendió la bombilla del techo del Space.
Iniciamos una marcha atrás. Retrocedimos unos kilómetros. Dimos con el cruce famoso, donde, putacasualidad, estaban haciendo un desbroce en una finca al lado de la carretera, desmantelando la capa de tierra vegetal.
NOSOTROS, ... Y ROMA-ROMAE ( 4 ,75)
domingo, 11 de abril de 2010.... Continuación
A la mañana siguiente, con el monovolumen que habíamos alquilado, tomamos la ruta de Montombraro, pueblo apenino en el que hallaríamos novedosas noticias de nuestro querido Isongu.
El día acompañaba, a lo que se ofrecía como un cómodo viaje por la autopista Isonguniana. La logística, meridianamente clara: autostrada hasta Módena y luego seguir al pié de la letra el itinerario transcrito, que habíamos pegado sobre la guantera del vehículo para que fuera leído, en alta voz, por el que en cada momento resultara copiloto de la expedición, siempre que la incertidumbre o el menester lo reclamaran.
Efectivamente, el paisano no tenía niputaidea de Montombraro. Tras ese infructuoso encuentro, empieza a haber las primeras discrepancias en el grupo. Pero el papel lo ponía claro, al margen de que las posibilidades de que por aquellas latitudes hubiera una gran superficie comercial resultaran, cuando menos, kafkianas.
.... Continuará ( hasta que demos con él )
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1 comentario:
Las penurias de los historiadores. Esperemos que Isongu os haya estao esperando
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