Nada mas llegar atisbamos lo que tenía que haber sido la casa de Isongu, el nuestru. Encima de la puerta había una piedra con un viejo y desgastado relieve muy significativo, con la inscripción identificativa: aquí follé yo.
Saciado el apetito, correspondía conjugar el mismo verbo con la curiosidad. Y no tuvimos que hacer mucho esfuerzo, ni esperar demasiado. Estando en amena conversación postdesayuno, en asturiano, acerca de la estrategia de trabajo, enseguida fuimos geográficamente identificados, porque ellos, los paisanos locales, después de dos mil y pico años, conservan alguna palabra de las nuestras, llevada hasta allí por las disertaciones civilistas de Isongu, aunque ellos, curiosamente, les atribuyen una acepción diferente. Es muy llamativo. Por ejemplo, para ellos guaje es sinónimo de tesoro, y guajón, para nosotros guaje grande, para esos significa ruina. Arrefundiar, ellos lo dicen para ir al baño. Babayu es sinónimo de líder, dirigente. Esmochar, es hacer el amor y, si se le añade asgaya, en una posición vejatoria para la mujer. Sus chigres son sus lavaderos. Y Simielga era, desde entonces, la mujer del alcalde de barrio.
En ese juego léxico-gramatical de, tu dices, yo escucho, suéltalo, ahí te va, .. pasamos la mañana. Y como nuestro equipo era multidisciplinar llegamos a profundizar en el vocabulario semántico apenino llamado popularmente como isonguiano, contrastándolo con el nuestro, a la vez que fuimos escribiendo un ensayo sobre el asunto que remitimos al Concejal de Cultura del Ayuntamiento para su conocimiento y publicación, aunque fuera como una simple reseña en su revista cultural. Pero parece ser que no hay espacio para los caseros de Isongu durante su estancia en el norte de Italia. Tampoco es cuestión de insertarlo completo aquí, así que, quien lo necesite o quiera curiosear en dicho vocabulario, no dude en solicitarlo directamente en el buzón del Blog.
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