- - A ver, chicos, ¿alguien acabó y trajo la redacción?
- - ……….
- - Qué me decís. ¿Estáis todos mudos? Que…¿ no la trajo nadie?
- - ………..
- - Habíamos quedado que hoy sería el último día
- - ………..
- - Y si no,… no podríais concursar, recordar
- - ………..
- - A ver, Ximiel, tu, ¿seguro que no la trajiste?
- - Sí, Seño, aquí está.
- - Ggggrrrrgggggrr
- - Veis, siempre ha de ser Ximiel el que cumpla. Luego, envidiáis sus notas. Bueno, como premio la leeré en voz alta. Y empezaré por la página segunda:
La confusión originada llevó a la perplejidad y al desasosiego a toda la multitud,
- - Joder, dexa d´emburriar
- - Nun emburrio
- - Entós, qué ye ésto que me faes
- - Un pásalo
- - Déxate de pijaes
- - Nun soy mas qu´un intermediariu entri esti que tá al otru llau y nun pué emburriate y tu, po lo que me lo fai a mi pa que yo lo repercuta en ti
- - Que nun emburries, redios, ¿tas sordu?
- - Nun te quedes con él, cojona y pasa´l emburrión… pásalu…¡¡¡¡Emburria!!!, tu también
que despavorida inició la marcha en direcciones y sentidos diferentes. Unos rumbo Valdefarrucos. Algunos para Sinariego. Muchos hacia Boo, vía Lavayos. Otros, dirección Moreda. Y los más necios permanecieron en los aledaños del vaso vacio de la instalación deportiva, donde justificaban su postura, entre ellos, con el complaciente comentario de que, debían ser serios, habían sido convocados allí para su inauguración. De igual forma, a su lado permanecían los niños de los colegios públicos, que habían tenido día festivo, ubicados, estratégica y escalonadamente, paralelos a la fachada norte del muro de hormigón de la estructura del sótano iniciado, en semicírculo, a modo de los niños del coro francés, y que desde el momento del ruido tras el golpe del siniestro descrito, interpretado por los pequeños como la señal de comienzo de su actuación, no habían dejado de entonar a viva voz el cántico que llevaban dos semanas ensayando:
ya viene el Páaaaajaro,
ya viene el Páaaajaro.
Pronto vendráaaaaaaa
con la mirada perdida hacia el nublado cielo, vía Penacastro, en posición de alelada espera del alado que ellos mismos anunciaban.
en Caborana.
Fiesta,
en Morea
Pachu, sin vasos en los que servir el vinazo, acabó todos los pellejos, cobrando las consumiciones, Tilina la nuestra, la del Cantiquín, dos euros por cada trago bebido a morro de sus cañas superiores, sin respirar, por los ordenados clientes formados en largas e interminables colas que, muchos de los allí puestos, inmersos en la confusión, pensaban que era para coger el autobús con el que retornar a la inauguración y que en aquel caserón era donde se pillaba el billete. En la Viuda Vidal, los sacaron a la calle (los pellejos, se entiende), simulando al mejor de los pasacalles de Sanmartin. Maruja Bayón terminó, en media hora, todos los cacagüeses. Todos. Y hasta la sidra de la reserva del 57, de corchu de papel de periódico y por lo tanto de resultado agrina, que se pegaba al vaso, vamos, puxarra pura. En la Guayana, se improvisó velozmente, al ritmo del chis-chis-pummmmm, un gran guateque. En el Piñeres empezaron a descongelar todos los callos cocinados en meses anteriores y el bigotudo catalán llenó los dos pisos del establecimiento de cubiertos en espera de comensales. Al Villaviciosa, mala leche, lo cogió en el descanso semanal. Y dicen, yo no lo pude comprobar y, por tanto, lo recojo como aportación ajena, que Gésima resucitó.
De los que tiraron hacia Boo, primero cogieron una fenomenal chupa al atravesar vestidos el cauce del rio, luego lo secaron, por confrontación con el sudor provocado durante el esfuerzo padecido al intentar trepar por el inexistente camino de Lavayos, para que, luego, muchos cayeran víctimas de infartos de miocardio, por asfixia, en las costosas rampas de ascensión a la villa papúa, sembrando durante todo el itinerario de personas desvaídas a ambos lados del vial, simulando, a simple vista y sin más análisis, al despertar de las madrugadas tras las grandes y populares verbenas de Sanmamés, campeonas mundiales en irracionales y desfallecidas cogorzas de galvaos.
Tranquis que continuará......
1 comentario:
Cabronazo
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