MISS CURRIPA

sábado, 25 de abril de 2009

Hace un par de años, recordar, estuvimos a punto de pasar a la historia por la concesión del Premio Pulitzer de Arquitectura por nuestro aporte conceptual al mundo desarrollado mediante nuestras entrañables construcciones de Cocheres, de anárquica situación, paredes de nobles bloques de hormigón gris, cubiertas de faldones a un solo agua ejecutados con placas de fibrocemento atiborradas de cancerígeno amianto, canalones de horroroso plástico retorcido y ruidosos portones metálicos, todo ello enmarcado en su perfecto mimetismo con el entorno tradicional y natural. A pesar de todo lo anterior y del esfuerzo de la Corporación, que colaboró a su pintura exterior de las obras para que el alarde arquitectónico no pasara desapercibido por el vecindario y los visitantes, no pudo llevarse a buen puerto el proyecto y, aunque entramos en la terna finalista , al final, redundancia que me tomo, por puto chauvinismo, los sajones se llevaron al agua el gato, azotado a ella desde el mismo buen puerto aquel.

Hubo otro tipo de construcción que llenó cada rincón del espacio local, edificable y del otro, mas allá de las propias viviendas y de Les Cocheres mencionadas, floreciendo como pecadores y malolientes campos de podres lavandas. Nuestras Curripes.

Hace muchos, muchos, años,….

Tuvimos un acontecimiento en Caborana del que yo no tengo noticia directa pero que aparece recogido en el libro:






Cuentan que se celebró un Concurso de Misses, llamado Miss Curripa porque las chicas participantes, independiente del atavío que portaran, con mas o menos ropa, sin ella incluso, debían embadurnarse con el maloliente y pastoso y viscoso cucho proveniente de les curripes. Como no había bastante producción del natural y apestoso maquillaje, los vecinos de Caborana, viendo rápidamente el negocio, multiplicaron por 100 el número de curripes locales, lo que parece ser la causa de su proliferación por todos los lugares del pueblo cuando nosotros éramos guajes. De aquel negocio desmesurado, oportunista, aprovechado e incontrolado, se derivó la consiguiente crisis,… ambiental. ¿Os suena?






Dicen que hubo multitudinarios desfiles, que llegó al pueblo gente de todos los lugares imaginables, que la fiesta y el jolgorio son merecedores de mejor pluma, pero imaginaros la situación: Moces semidesnudes, entafarraes hasta les narices para aumentar su reclamo erótico, paisanos amontonaos en les ceres queriendo metese por elles, jurau vendíu al preciu del sexu, tos intentando desfilar carretera riba,.. Primera fase,..semifinal…finaaaallllll.... Curripes. Misses. Curripes. Mas Misses. Mas Curripes. Ostia, todo lleno Curripes.

Amigos, esta es la crónica cierta que aparece en el libro citado y que avala científicamente el acontecimiento que nos ocupa.





CRONICA DEL EVENTO

A los pacientes del Sanatorio de Bustiello les permitieron salir y acercarse a Caborana. Algunos con muletas y otros con brazos en cabestrillo o con cabezas vendadas. Unos pocos sostenían sus goteros y, los que estaban recién operados, eran llevados, en sus propias camas, carretera arriba, empujados por sus familiares y amigos.

Los habitantes de los pueblos de las Comarcas del Caudal y del Nalón hicieron caminatas de hasta cinco horas para atisbar a las aspirantes a Miss Curripa. Caborana pasó, aquellos días, de los 3.000 habitantes a los 13.000, cantidad en la que se cifra el número de asistentes al jolgorio competitivo.






La carretera general fue totalmente despejada y toda la guardia civil y municipal del Concejo movilizada para que, con su cordón a ambos lados de la Carretera, posibilitaran el paso de las aspirantes y contuvieran a la muchedumbre. Para algún Guardión constituyó el día mas feliz de su vida al poder ver más de cerca a las bellezas femeninas forasteras.

Abría la comitiva las autoridades locales, Alcalde y alguno de sus Concejales, junto con las personalidades más importantes. Luego, un faetón en cuya caja se sentaban los miembros del Jurado. Detrás, la chicas . Y la cerraba un antepasado de Tista el Heladero y el Sacamuelas local, ambos de traje, el primero con sus mangas tan largas que le tapaban las manos y con el cuello de la camisa tan grande que, abrochado y con corbata, permitían verle libremente su clavícula, como mentable dato fisiológico personal.






Ha de llamarse la atención acerca del olor reinante en todo el pueblo. Tarde calurosa de un agosto abrasador, mozas embadurnadas, 13.000 personas sudorosas allí congregadas, o sea, 26.000 sobacos, de los que 6.000 apestaban, a las que hay que añadir las 1.500 que tenían mal aliento. Ojos de culo, otros 13.000, de los que, por estadística, 700 echaban alguna ventosidad y alguno, si tenía necesidad de repetición, mas de una.

Todo ello afectó a las concursantes, que por espacio de tres horas tuvieron que pasear sacando pecho y marcando caderas, con sonrisas y miradas insinuantes, intentando que los catetos del jurado las seleccionaran. Pasaron dos horas en fila y otras tres mas posando para los espectadores. Con el sudor y la mierda, sus rostros tenían una policromía encharcada, ennegrecida como con hollín de fornicu, lo que a la muchedumbre encantaba, ya que les parecía estar delante de un sinfín de reinas de las belleza africana.

La primera vuelta del concurso acabo al atardecer. La semifinal se celebró dos días mas tarde con idéntico recorrido. Una vez mas, decenas de miles de ciudadanos afluyeron para contemplar el nuevo desfile, pero el cordón de la guardia civil fue mayor para que los hombre no pudieran sobar el trasero de las concursantes , teniendo que contentarse con acosarlas a distancia con miradas lascivas y comentarios picantones.

Tras la semifinal, pasaron a la final 10 mozarronas y, para sacar negocio al evento, se pensó llevar el desfile a una pasarela dentro del Olimpia y cobrar el acceso, a lo que hubo que desistir por la revuelta popular originada por los que supuestamente no iban a tener posibilidad de acceso al interior.





Como pasa en esos concursos, todas las que pasaron a la semifinal supuestamente se acostaban con los jueces, lo que socarronamente se llamaba en el barrio del Segundu Riba tar a-pollá, que, además, como solo eran cinco, acabaron reducidos a piel y hueso al final del acontecimiento. Cuando finalizaron su cometido, dos tenían décimas de fiebre y los otros tres se lamentaban de haber perdido visión. El mas puntabrava de ellos llegó a manifestar desde lo alto del faetón que, definitivamente, habían dejado de gustarle para siempre las mujeres.

Concluido el Concurso, aparecieron las envidias, primero en el querido pueblo adyacente de Moreda, que trasladó su disgusto a críticas pagadas en los periódicos provinciales, comentando que representaba un retorno hacia los valores feudales y que pisoteaba la autoestima de las mujeres. Y que para esos pisoteos, notejode, no hacían falta concursos, ya estaban sus Humanitarios. Para añadir mas leña al incipiente fuego, las mujeres eliminadas filtraron anónimamente que los jueces habían aceptado sobornos sexuales de alguna participante premiada. De las otras nada se dice, insinuándose que tornaron vírgenes a sus localidades de origen.

Por razones que se desconocen, el evento no llegó a repetirse


GRACIES:
Yu Hua
Caborian

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me suena que la que ganó el Concurso fue La Pecthuna, que luego se quedó a vivir en el pueblo, teniendo una recua incontable

Anónimo dijo...

Escatológico Caborana. Mierda.

Anónimo dijo...

nada, nada, la mejor la polda

Anónimo dijo...

¿Tantos años le echas?.Cres que, ¿participaría en el concurso?. >A ver Exiliau, contesta, si lo sabes