NOSOTROS, ... Y ROMA-ROMAE ( 4 ,75)

domingo, 11 de abril de 2010


.... Continuación


A la mañana siguiente, con el monovolumen que habíamos alquilado, tomamos la ruta de Montombraro, pueblo apenino en el que hallaríamos novedosas noticias de nuestro querido Isongu.
El itinerario a seguir lo habíamos encontrado, casualmente, unos meses antes, en unos manuales que hay en una de las alas del semisótano izquierdo del Louvre, dedicadas a la cultura romana, que gustosamente nos pasó a máquina una uniformada y estilosa empleada del Museo y que os debo reproducir, para que os quedeis s
olo con lo subrayado en amarillo:





El día acompañaba, a lo que se ofrecía como un cómodo viaje por la autopista Isonguniana. La logística, meridianamente clara: autostrada hasta Módena y luego seguir al pié de la letra el itinerario transcrito, que habíamos pegado sobre la guantera del vehículo para que fuera leído, en alta voz, por el que en cada momento resultara copiloto de la expedición, siempre que la incertidumbre o el menester lo reclamaran.

Franqueada Vignola, comenzamos lo que nos recordaba a todos la subida al Padrún. Curva y contracurva. Bandazos, para hacer kilómetros a poca velocidad, que alargaban la incómoda estancia en el automóvil. Fuimos cogiendo altura a la vez que perdíamos contacto con asentamientos poblacionales relevantes, bajo un sol de justicia. Solo alguna vivienda aislada, aquí y allá. Además, la carretera ya hacía un tiempo que había dejado hasta de tener rayas de señalización en el pavimento. La verdad, que para qué, si los únicos viajeros por aquella infernal ruta éramos nosotros.


Invento que facilitaba el paso del Señor
del Castillo de Vignola a la casa de la doncella


  • - Toi hasta lo güevos
  • - Venga, ya ta bien. Vamos parar a char un pitín
  • - Y a preguntar. Que tamos faciendo, a lo pazguato, una pila kilómetros
  • - Joder, aquí pon que tenemos que pasar un gran Carrefour. Hasta que nun lleguemos a él, tranquilos.
  • - Cómo cojones, sin un putu paisanu quei apetezca comprar ná, nestos montes, va a haber un Carrefour. Esplicáimelo, andai.
  • - Rediós!, vuelvo a leételo:



Tras una pequeña parada técnica, reiniciamos la marcha. Mas curvas. Mas subida. ¡Putos Apeninos!

  • - Hay que preguntar
  • - ¿A quién?
  • - ¡Para ahí!. Paezme que vi un paisano
  • - Ostia, a esi no, que padez d´ un desequilibriu alimenticiu considerable
  • - Un qué
  • - Joder, que come mas que lo otro
  • - Pepa, lo que ta ye gordu com´un xatu, pero eso nun i va impedir saber si vamos bien enfocaos
  • - Prueba. Nun te va servir de ná.





Efectivamente, el paisano no tenía niputaidea de Montombraro. Tras ese infructuoso encuentro, empieza a haber las primeras discrepancias en el grupo. Pero el papel lo ponía claro, al margen de que las posibilidades de que por aquellas latitudes hubiera una gran superficie comercial resultaran, cuando menos, kafkianas.

  • - Venga, ta decidío. Seguimos sin rechistar hasta que demos con el Carrefour
  • - Ye imposible que los franceses sean tan burros como pa ponelu aquí enrriba, en mediu los Apeninos
  • - Yo sigo. Hasta que vosotros digáis
  • - Tira, tira, que ta enganchao


Cuando la situación llegaba a ser insostenible y ya habíamos hecho mas kilómetros que Pepe´l Hijoputa, se prendió la bombilla del techo del Space.

  • - Oye, quiero recordar que Carrefour en francés…
  • - Sí, cojona. Ta en francés. En qué va tar
  • - Dicía, que en francés me paez que quier dicir cruce. Cru - Ce
  • - Jajajajajajaja
  • - Jajajajajjaja
  • - Jajajajajaja
  • - Asi que, ¿un Carrefour?
  • - Joder, nun mireis tos pa mi. Eso ye lo que pon el papelucu
  • - Pero, ¿nun yeres tu el qu´había estudiao francés nel bachilleratu?
  • - Sí.
  • - Jajajajajajaja
  • - Jajajajjajajaja


Iniciamos una marcha atrás. Retrocedimos unos kilómetros. Dimos con el cruce famoso, donde, putacasualidad, estaban haciendo un desbroce en una finca al lado de la carretera, desmantelando la capa de tierra vegetal.

  • - Mira, ya tan empezando les obres del Carrefour
  • - Sí, seguro que van ponelu estratéxicamente aquí
  • - Cuando volvamos otru añu, ya podremos facer aquí la compra
  • - Veis, carapijos, cómo la francesa tenía razón.
  • - Ella sí, pero tu, …
  • - Jajajajajajaja
  • - Jajajajajajja


.... Continuará ( hasta que demos con él )


1 comentario:

Anónimo dijo...

Las penurias de los historiadores. Esperemos que Isongu os haya estao esperando