.. SIN SOSPECHAR QUE EN LA SIENRA, ..

lunes, 30 de mayo de 2011



¡CAGÜENDIOS! ( ARDOR ) GUERRERO


Hace un tiempo que cayó en mi mano un relato escrito desde Caborana, con idéntica estructura, contenido e intención que el ARDOR GUERRERO de Muñoz Molina y redactado por un mozo de reemplazo local que, como el Académico, contó por escrito su experiencia personal en aquella recordada milicia obligatoria.

Una aproximación anterior, rápida y genérica, la tengo que tomar del recuerdo de un Pregón leído en nuestras fiestas por el preboste de turno, esquiador de fondo por la carretera general, apenas copeaba, para más señas, en el que se hacía alusión a las aportaciones de nuestro pueblo con su gente a los ejércitos locales, nacionales, extranjeros e internacionales. (Una vez puestos, acojona escribirlo de un tirón, pero somos así. Tanto nos da. Y más, cuando se nos exige pasar de Ujo-Taruelo). Se refería el Ilustre a los caboranenses que habían prestado sus servicios como Brigadieres en las Indias, como diestros y valientes contendientes en la Guerra de la Independencia contra el galo, en la Primera y en de después Guerra Mundial, en nuestra Guerra Civil y su Cruzada,…. En fin, donde hizo falta y menester. Me atrevo a aventurar que, como sigan adelante las investigaciones de La Carisa, aparecerán fehacientes vestigios que demuestren que más de uno de Caborana, aparte del famoso Isongu, tras la reglamentaria jornada laboral de la mañana, subía por las tardes a Caravanés a hacer horas amorillando a los jodidos romanos. Y ye que, ……que nun nos provoquen.

Transcribo un trozo del relato aludido, del que aún no me consta su publicación editorial, como homenaje a su autor y para recuerdo de alguno de sus compañeros de aventura :



……….El recibimiento al convoy de reclutas en la Estación de la Renfe de León fue algo mas trágico que el de Vitoria*. A la rígida PM acompañaba un cabo primera chusquero, el Picurri, encargado de aterrorizar, aún mas de lo que lo estaban, a los cabizbajos muchachos.
El Picurri, metro cincuenta de mequetrefe, ni media ostia, pelo rubete de frasco, bigote teñido y recortado, solo cabo primera después de innumerables reenganches y reenganches, (vamos, el único de su familia con carrera, como él galanteaba analfabetamente), un cazurrín que nunca lo había visto mas gordo, que pasó a la historia de la arquitectura, y así aparece en todos los manuales técnicos específicos, como el artífice de la denominada mundialmente escalera Picurrina, sin ningún peldaño con idéntica medida de contrahuella y que no había dios que la subiera sin tropezar ,…..pues ese, el instruido Picurri, formados los reclutas en el andén de la estación de León por la Policía Militar, se encargó de ir revisando e intimidando al grupo por doquier .

  • - Te meto una patada en los cojones que subes, bajas, subes, bajas, y, cuando aterrices, ya estás licenciado .
  • - ¡ Capullo !, te arranco los güevos .
  • - Alguno va a dormir hoy en prevención .


Y cosas por el estilo que el tiempo me fue borrando de la cabeza, mientras la estación tenía los movimientos normales de viajeros de ida y vuelta que, atónitos, contemplaban las maniobras del uniformado cafre sin gorgutar. Tiempos.

Alineados en el exterior de la estación estaban los camiones que nos habrían de trasladar al Campamento. Nos ordenaron instalarnos en las cajas a toda hostia, recibiendo al paso algún empujón, codazo o culatazo del diligente Picurri .

  • - Joder, mas rapidez . ¡ Inútiles !


También anochecía y, amontonados en las cajas de los camiones, fuimos trasladados en caravana hasta El Ferral. Los chóferes de aquellos trastos viejos eran soldados veteranos, perfectos conocedores del trayecto, llevándonos por los peores recovecos y a una velocidad merecedora de la retirada del carnet de conducir o al menos de algún punto de los de ahora. Atrás, en las cajas, los pobres reclutas íbamos cayendo unos sobre otros, perdiendo los macutos, muertos de miedo y de frío .

Tuvo suerte Muñoz Molina al cenar antes de acostarse. Nosotros fuimos repartidos en distintas Compañías, puteando un poco mas el asunto al separar, mediante la lectura de listas parciales, los pequeños grupos afectivos de reclutas surgidos de las posibles amistades o complicidades nacidas durante el largo viaje en tren .

  • - Éstos, para la dieciséis
  • - Los que vamos a leer ahora, para la veinte



Llegamos a la Compañía cuando había sido decretado el silencio, de tal forma que, entregada a cada uno la manta con la que taparse en la cama, a cualquier pregunta lógica demandando cama, orientación, o similar, la contestación era siempre la misma .

  • - Chist ! , ¿ queréis ir a dormir a prevención ?
  • - Chist , chist . ¡ Silencioooo !, ¡ cojonessss !



También nosotros dormimos vestidos. Por idéntica causa. El frío era demoledor, propio de un mes de Enero en las afueras de León. Acurrucados en la cama, comenzaron a pasear los veteranos por el pasillo central, comentando entre ellos en voz alta para que lo oyéramos todos :

  • - Seguramente que alguno de estos chivos duerme vestido
  • - ¡ Chivos ! Como localicemos a alguno durmiendo vestido, lo sacamos a formar fuera y pasa de pié la noche a la intemperie !
  • - ¿ Qué se habrán creído estos pardillos de mierda ?


El miedo que nos trasladaron era tan grande, en aquella oscuridad total, que, con una serie de movimientos imperceptibles fuimos quitándonos sucesivamente las ropas que llevábamos encima, sin mover un ápice las mantas que nos cubrían para, ante cualquier improvisada inspección, no ser castigados.

  • - ¡ Aquí !,… aquí hay un chivo vestido
  • - Primero echarle un cubo de agua a los pies para eliminar el apestazo a cabrito.


Y se oía el brusco vertido de un cubo de agua, ignorando si realmente caía sobre un indefenso compañero recluta, o constituía otra brabucada intimidadora más.
Y para rematarlo, a voz en grito :

  • - ¡ Chivos ! ¡ Esta noche vais a morir !
Que era perfectamente creíble ya que, mas o menos, resultaba ser esa exactamente la sensación que se nos representaba mentalmente, de forma individual, a cada uno de nosotros.

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Lolina, novia del Picurri,
que,
en justa y mutua compensación,
se beneficiaba

a media compañía minera


También a mi me extrañó que, siendo los tres meses del campamento el procedimiento reglamentado para dar el salto de recluta a soldado, se empleara la mayor parte del tiempo en desfilar, presentar armas, ensayar la ceremonia de la Jura, fregar, malcocinar,… Casi nada en manejar y disparar el Cetme. Y cero matacero en lanzar granadas. El fusil con balas de verdad lo usamos dos días en el campo de tiro y las granadas ni las vimos. Radio Macuto repetía, me imagino que como en cada reemplazo, que había habido un accidente en la remesa anterior.
¿Qué podíamos defender nosotros ante un supuesto enemigo? ¿Qué?. ¿Íbamos a vencerle con marcialidad, disciplina, elegancia, la mesa decorosamente dispuesta, y la gorra limpia y en su sitio ?
Desde entonces tengo el convencimiento de que el ejército es otra de las Grandes Mentiras y que nos llevaban allí, estoy de acuerdo contigo Antonio, para otra mariconada. (Aún vivía Franco, como referencia histórica importante en este aspecto y, de tal palo, tal astilla, o, de maricón a maricón, y yo no tiro porque no me funciona el fusil máuser español )

*De Ardor Guerrero
(Siguen 220 páginas mas )

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver si aquí va a pasar como en las bodas de Canaán, y el mejor vino es el del final.

Sigue liquidando. No pares.

Un saludo, Caborana

Anónimo dijo...

Valiente cabrón , el Picurri

Anónimo dijo...

En dos palabres: ino rante