.... ASÍ ESTUVE YO ( 2 )

martes, 1 de diciembre de 2009

.... Continuación

Antes de que desapareciera de mi vista por donde Casa Fernandón, se cruza con otra mujer mas joven que ella. Bueno, de edad indefinida. Ya no me atrevo a predecir años ajenos. Y por los gestos de ambas, deduzco que deben interrogarse alguna cosa. Tras comprender las instrucciones recibidas y despedirse con gracias, de nada, chao, inicia la marcha hacia donde yo estoy. Por fin, menos mal, aparece con quien he de intercambiar recuerdos y nostalgias. Mas, … no entra en el aparcamiento y se dirige por su lateral hacia la bajada a las Casas de los Millonarios. Ehhhh, le digo tímidamente. Interjección que no escucha y que no le impide perderse de mi vista al bordear la pared norte de la planta semisótano de la Iglesia. Grrrrrrrrr, puntual y complementario del can amigo.






Con una interna sensación de ridículo, decido dejar el aparcamiento de superficie y me acerco, carretera arriba, hasta Ca Latas. Había cuatro paisanos en el interior. Uno ojeaba La Nueva España, otro manoseaba unas cartas a modo de juego solitario y los otros dos estaban, en posición de puesto, recostados contra la barra del establecimiento. No reconocí a ninguno de ellos, que podrían tener mas o menos mi edad. Al que viene a cuestionarme lo que quiero, tampoco. Una pinta. ¿Una qué? Una pinta tierra. A por tierra, a la escombrera, escucho que deletrea con sorna el del solitario. Un vaso de vino tinto de Rioja, preciso en castellano alavés. ¿Vale un Ostatus? Sí, por supuesto, finalizo para salir del entrullo. Me acomodo, vaso en mano, en una posición que me permita visionar los movimientos de las féminas por la Carretera General en el espacio comprendido entre Casa Fredo, el de los Arradios, y las Escuelas. Tiene que estar ya al llegar. Oiga, interrumpen mi silencioso acecho. Usted es forastero, ¿vende algo?. No, no. No vendo nada. Nada me atreví a decir referente a mi origen foráneo, primera cuestión planteada. Pasa un vaso de vino. Dos. Y otro, …


Son las 12,45. Nadie. Ninguna. Me estaba embargando una extraña sensación interior. Qué le debo. Vale, gracias, tome, lo que sobra es su propina. Salgo del bar. Me queda un resquicio. Ese que ofrece el cupón, donde la embotelladora de Minovalle, es Chuso. Dame uno para mañana. Dos euros. El se queda con la moneda y yo con el papel. Tampoco me reconoce. Ya se, listillos, que para el resto de los mortales los ciegos no ven, sin embargo mi padre me enseñó lo contrario, ven, aunque lo que les pasa es que no precisan utilizar, como nosotros, los ojos para ello.


Enfilo rumbo al coche, abro las puertas con el mando a distancia, me introduzco con cierta violencia y pongo, de un potente acelerón, en marcha el motor tras un sonoro portazo. No espero mas. No soporto mi situación. No quiero ser en Caborana lo que soy y resulto, como un pato salvaje por el Manzanares, .... un extraño.







3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso pásate por quedar con cualquiera. A cualquier hora, en cualquier sitiu, de cualquier manera.

Anónimo dijo...

A mi me parece que Cualquiera era su apellido. Respondía al nombre de Nadie

Brujaroja dijo...

Vaya. No haré comentarios... pero, ¿sabes qué? Si el plantón genera un texto así, pa mí que muy bien. El arte es lo que tiene, que es muy sacrificao...
Abrazín.