GRANDE, FUE EL RELATO

lunes, 1 de febrero de 2010



Una vez, en otra entrada, os hablé de un hecho que ocurrió un verano de los años 70 en el Segundurriba. Apareció, al abrir el grifo del único punto de agua que había en las viviendas, en una de ellas, escurriendo de forma garbosa y llamativa su cuerpo, una esbelta culebrina. Ni cortos ni perezosos, los vecinos montaron una carpa en la antojana, atendieron a la bichina como diosmandaba en aquella circunstancia extraña para ella, y la expusieron al público. Tan ocurrente resultó la maniobra como el éxito de público durante los días que duró el espectáculo, ya que se anunciaron visitas guiadas, multitudinarias, en las que se engalanaba a la culebra con los complementos mas exuberantes, y en las que participaba gente llegada de toda la región. ¡Fue la ostia!. Pero lo que tuvo mayor repercusión a la larga fue el cartel anunciador, que se colocó por las paredes del pueblo, y que en su parte central contenía cuatro viñetas en las que se entrevistaba al atractivo y sensual animal, del que ya os puse yo una de ellas en otra entrada hace un tiempo. Recordar.

Aquel mismo año se inició el famoso encauzamiento del rio. Y, se supone que por el mismo autor del cartel anterior, aparecieron por el pueblo, en tamaño Din A3, las secuencias que el desarrollo del asunto iba dejando con el paso de los días, parodiando, en su estructura, lo que en aquel tiempo se hacía en el semanario El Jueves bajo el epígrafe de Grandes Relatos. No estoy diciendo que los Grandes Relatos del Jueves fueran escritos desde Caborana, pero tampoco puedo afirmar lo contrario, ya que siendo un lector del Ajoblanco de la primera época, aquella revista libertaria de mala distribución a la que se accedía con mucha dificultad, después de cerrada, años después, en una investigación bibliográfica, me enteré de que muchos de los artículos de aquellas páginas que tanto me hicieron reír salieron de nuestro pueblo. Así somos. Tenemos la gran suerte de que poseemos personal con nombre propio, a veces prestado, para los premios, títulos y agasajos, y, aparte, anonimato para las aportaciones inteligentes como la aludida. Lo confirma, y puedo recordar ahora, lo que hace poco escribisteis vosotros en unos Comentarios al respecto del nombre de una calle que le van a dar a un vecino porque parece ser que en los tiempos libres tararea las canciones que tocaba Gapito y sin embargo, Gapito, genio, figura y artesano de la gaita local, nunca tendrá ninguna. Manejamos comodios esas contradicciones. O tendrá, si no la tiene ya, otra calle Elvirina y no la tendrá el cronista del Ajoblanco, bastante mas ocurrente que aquella.

Por esa época se puso en marcha EL CALEYERU, encomendando su redacción, no a ninguna fuerza viva oficial, sino al pueblo, razón, como la anteriormente comentada, por la que morirá en el anonimato. Reglas locales, qué queréis.

Al grano. Conservo dos de los ejemplares, Grandes Relatos I y II, arrancados de la contraventana de madera de la sastrería de la curva del lado del Deportivo, medio esgonciados, pero que pueden servir de muestra para dar una idea del documento. Estoy intentando restaurarlas y, acabada la faena, si soy capaz, vendrán a exponerse públicamente en esta pantalla. Su estructura era la de una serie de viñetas correlativas, con un comentario o aclaración superior. Así empezaba la número uno del primer gran Relato:


Se comenta sola. Unos veían ventajas económicas.
Otros, el pueblo, maniobras militares,
que estaban los tiempos propicios para ellas.

Al margen, la elocuencia, lo que decia el Sr. Alcalde en la prensa





El primer poster, tras las seis viñetas,
concluía con este razonamiento




Así empezaba el segundo de los posters.
Hechos consumados, pero, eso sí, ¡qué no falten!,
continuaban las promesas



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, la verdad, cuando leo estas cosas es como si me hablaran de otro sitio y no de Caborana. ¿Será que al Casino no llegaban esas publicaciones?.
O, sencillamente, son elucubraciones de quien nos entretiene con sus historias del buen verano.
Aquí es que nunca se sabe cuando se habla en serio o cuando se juega a ficción.

Anónimo dijo...

Anónimo: La duda, enriquece. Déjala. Que permanezca.