NOSOTROS, ... Y ROMA-ROMAE ( 4 )

domingo, 7 de marzo de 2010


Hace tiempo que no aparece por este espacio Isongu. Isongu, el nuestru. Pero no por eso creáis que decayó el interés del Blog por su persona. Qué va. Ni por su aportación a la ciencia del derecho. Ni por su vinculación, desde el Exilio, con Caborana. No.

Va para un año que, a sabiendas de que Isongu había pasado una temporada en Los Apeninos, trasladado allí desde Roma para pasar un veraneo huyendo del fuerte calor del Lacio, conociendo la localidad donde había pasado el periodo estival y donde hoy existe lo que en el valle del Rio Negro llaman un Aula de interpretación Histórica ( ¡hay que jodese!, cuanta finura disimulá sobre les madreñes ), para allí encaminamos la marcha un par de ilusionados vecinos de Caborana, con cuatro acompañantes, a quienes supimos trasladar nuestra impaciente curiosidad histórica, para hacer efectiva la múltiple anuencia aventurera y dar con los antecedentes históricos que precisábamos para seguir ampliando nuestro conocimiento sobre el vecino Isongu y sobre, a través suyo, nuestra aportación al mundo de la romanización, aquí llamada, esquemática y declinativamente, Roma-Romae.




El viaje lo hicimos, para aligerar costes, en un vuelo de los de 5 € mas impuestos de Ryanair, desde Pucela a Bérgamo. Creo que ya os conté parte de nuestras andanzas por la Ciudad Alta de Bérgamo y la sorpresa recibida al darnos de bruces con las narices sobre el humeante plato que nos sirvieron el primer día como especialidad gastronómica de la comarca en La Cooperativa Local, ante un aroma ancestralmente interiorizado y, por lo tanto, conocido, que para nosotros eran fariñes y para ellos polenta.

De la Ciudad Baja, nos habían recomendado que, ¡nada de visitas arquitectónicas!, nada, que lo que resultaba imprescindible era pasar por la Trattoria D´Ambrosio. Así que, obedientes, tras una jornada agotadora, hacia allí nos encaminamos con una alegre y esperanzada disposición capaz para enfrentarse a una singular cena. Había un llenazo de la ostia. Ya por los aledaños. Nada mas franquear la doble puerta de cuarterón del establecimiento, había una pequeña barra antigua de madera con una máquina registradora manual, enorme, desproporcionada para lo que era la encimera, detrás de la cual, con idéntica desmesura, un italianón de buena facha, iba despidiendo a la gente según asomaba la nariz y contestaba negativamente a la cuestión que él planteaba acerca de si se tenía reserva previa.





Cómo jode que te larguen así, de esa manera, sin una explicación, con una insultante indiferencia, sin poder comentarle al susodicho que llegábamos desde Caborana, Ca bo ra na , que nos había costado un dolor de riñón el haber dado con aquel paraje en aquella negra y lluviosa noche bergamiana, que …..
De todas formas, la curiosidad por conocer, aunque solo fuera de simple vista, la instalación, nos hizo pasar un poco del apuesto recepcionista, como si no lo entendiéramos, para adentrarnos furtivamente en el restaurante mientras el italiano gritaba:

  • - Ascolto!!!!. Ascolto!!!!


Nosotros, ni palabra. A nuestra colectiva labor investigadora.

  • - Ascolto!!!. Non e piude la transizione
  • - Dagli straneiri. Una condizione non fa


Como que no iba con nosotros, fuimos pasando de la primera sala a la segunda mientras le oíamos al italianón en otro tono diferente, como que ya no nos gritaba a nosotros sino que advertía a otra persona de nuestra actitud, a la vez que azuzaba a alguien contra nuestra intrusión.
Sentimos acercarse, voz en grito, un agudo y penetrante sonido de laringe femenina, jurando, no en hebreo, sino en italiano. Cuando ya la teníamos casi al lado, no existiendo posibilidad alguna de huida y estando todos los comensales pendientes de nosotros, para hacer frente a la tempestad sonora, nos giramos al unísono como guiados por una orden militar.

  • - Giulianaaaaaaaa !!!!!!!
  • - Exiiiiiiiiiiii !!!!!!!!
.... Continuará

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Echámos de menos a Isongu. Y sus casos prácticos. Y sin calle en caborana, teniéndola Manasé. Que injustos somos con los nuestros. ¿Eh?

Anónimo dijo...

Vuelta la burra al trigo. A Isongu, que i dediquen la calle en Roma, nun te jode.

Anónimo dijo...

O mas lejos. Qué su madre!

Anónimo dijo...

O dos. Quita y pon.